Esto es justo lo que he pensado esta mañana a las 7.30...
Normalmente Chiquitín tiene un despertar maravilloso, en realidad él en general es un niño adorable: es alegre, simpático, activo, cariñoso, y a la hora de despertar no es una excepción. Me encanta cuando por la mañana bien tempranito llega con su cuento de Pocoyo, o del Pollo Pepe, o el que más le apetezca en ese momento, pidiendo con su lengua de trapo que se lo cuente. Sin embargo, desde que se rompió la clavícula... las cosas han cambiado un poco.
Con tanto reposo, se cansaba de cuentos todo el día y al final no pude evitar recurrir a la tele o la tablet. No me importa que los niños vean dibujos en la televisión o en la tablet, o que la usen para jugar, hay tiempo para todo, pero el caso que se ha aficionado demasiado y últimamente se levanta muy temprano, más de lo habitual, muy nervioso arrastrando la tablet o pidiendo que le pongamos los dibujos en la tele. No he podido evitar sentirme fatal y desear que todo vuelva a la normalidad...
Así que esta mañana un poco más tarde de lo normal, pero aún así a las 7.30 de la madrugada, mi Chiquitín ha venido a buscarme con un cuento. Me ha pillado tan cansada que casi no podía enfocar las letras, pero... ¡te quiero Chiquitín! Ojalá todos los días sean así, qué forma más maravillosa de comenzar el día.
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